Autopublicar: leernos unos a otros

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Autores: Jose Antonio Cordón y Javier Valbuena

El fenómeno de la autopublicación tiene que ver con la necesidad de contar, de relatar y, sobre todo, de verse publicada, y si es posible editada, que siempre ha tenido la sociedad. 500 años de imprenta, el prestigio de la escritura en los procesos de ascenso social, y la fascinación que los libros han ejercido siempre sobre amplios segmentos de la población, han convertido la publicación en unas de las aspiraciones más generalizadas de todo tipo de sociedades. La prevalencia de la oralidad sobre lo escrito durante muchos siglos de comunicación deber estar inscrita en nuestro código genético y no hay nada más apasionante que tantas historias nacidas de la experiencia y del recuerdo que ahora están aflorando. La tecnología ha permitido dar respuesta a estas aspiraciones, que anteriormente se estrellaban contra el muro infranqueable de las editoriales convencionales, obligadas a una fuerte selección por motivos de estricta supervivencia. La proliferación de sitios de autopublicación, cuya primera expresión son los blog, que a tenor de las estadísticas aportadas por Technoratti, se cuentan por cientos de miles en todo el mundo, no es más que la respuesta a esta necesidad, resuelta brillantemente en el entorno digital.

Lo singular del fenómeno ha llevado al desarrollo de teorías como la del Paréntesis Gutenberg, hablando de la articulación de una segunda oralidad, encarnada en todos estos sitios que continuarían una tradición interrumpida por la imprenta, en la que lo importante son los espacios de conversación y no la formalización de los mismos a través de los rígidos protocolos de lo impreso. La industria editorial, después de un primer momento de escepticismo se ha percatado del importante nicho de mercado potencial existente en este fenómeno y se ha lanzado a su apropiación mediante diversos procedimientos. Bien ofertando sistemas de autopublicación ad hoc, mediante la creación de empresas directamente dedicadas a ellos, bien mediante el desarrollo de filiales o segmentos vinculados con un sello o un grupo multimedia (casos de Apple, Barnes and Noble, Amazon, Planeta, etc.). En estos momentos la autopublicación ha entrado ya en las listas de los más vendidos, asociaciones profesionales de prestigio, como la Asociación de Escritores de Ciencia Ficción de USA, la han incorporado ya a sus géneros consolidados, y muchas editoriales han encontrado en ella un buen caladero para la búsqueda de originales.

La inserción de sistemas de autopublicación en una biblioteca constituye una oportunidad única para dar voz a todos los que, por cualquier razón, tengan algo que exponer: sus vivencias, sus relatos, sus sentimientos antiguos o recientes, la necesidad de saldar deudas con el recuerdo más inmediato o el lejano, la simple comunicación de una impresión o la aspiración a una obra de más calado. Todo tiene cabida en un sistema libre y abierto, en el que los lectores de la biblioteca pueden ver sus obras publicadas, en el sentido literal de la palabra y circulando por los anaqueles virtuales del sistema, prestas a que cualquiera de sus convencinos o personas de otras localidades puedan leerlas y comentarles. Se dice que todos los escritores son buenos lectores, pero también todos los lectores se pueden convertir en escritores. Ahora es la ocasión de comprobarlo gracias a un servicio innovador y sugerente, mediante el cual los espacios de conversación que toda biblioteca debe de alentar ahora quedaran en negro sobre blanco, en en bits sobre redes. Es la oportunidad de leernos unos a otros.

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